¿Recuerdas el primer día que subiste a un coche para aprender a conducir? Yo me acuerdo muy bien, ¡qué horror!. ¡Tenía que controlar el coche a través del volante y los tres pedales, cambiar de marcha, mirar los tres espejos, poner el intermitente, observar las señales de tráfico y seguir las normas … ,y sobre todo evitar a los otros coches! Qué agobio, tenía que hacer tantas cosas a la vez que me resultaba imposible. Pero, verás, a partir de la repetición y la práctica, ¡al cabo de unos meses, conseguí controlar la coordinación y aprendí a conducir!
Y siempre digo que aprender a hablar otro idioma es muy parecido a aprender a conducir.
El esfuerzo de la coordinación para poder escuchar, pensar en una respuesta, formular una frase, tramitarlo a través de la boca de forma hablada coordinando la lengua, la voz, los labios, todo a la vez y ¡todo en un nanosegundo!. De verdad, no damos suficiente consideración a lo complejo que es hablar cualquier idioma, porque cuando aprendemos a hablar de bebés no somos conscientes, simplemente lo hacemos. No nos preocupamos si cometemos errores, sabemos que tenemos que practicar hasta que lo hagamos bien.
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